Cómo elegir productos integrales en lugar de refinados (I)
La presión social te bombardea con publicidades y ofertas de productos refinados, haciéndote creer que son más ricos, convenientes o accesibles. Esta constante exposición dificulta tu elección de alimentos integrales, que a menudo se perciben como menos atractivos o más caros.
Si no cultivás una mentalidad de abundancia, vas a creer que los productos integrales son un lujo que no te podés permitir y que tenés que conformarte con los refinados. Para cambiar esto, empezá a ver la salud como una inversión y a valorar los beneficios a largo plazo de una alimentación saludable. Una buena idea es investigar recetas económicas y nutritivas con ingredientes integrales.
Cuando no tenés la certeza de que vas a alcanzar tus metas, te aferrás a los productos refinados como una forma de gratificación instantánea. Para cambiar esto, tené confianza en vos mismo y en tu capacidad para construir una vida saludable y plena.
Enfocate en tus objetivos a largo plazo y recordá que los productos integrales te ayudan a alcanzarlos.
La falta de afirmaciones positivas te hace sentir inseguro y te impide defender tus elecciones alimentarias ante los demás. Para cambiar esto, empezá a valorarte y a reconocer tus cualidades. Decite a vos mismo «Soy una persona saludable y consciente, y elijo alimentos que me nutren». Un buen ejercicio es escribir cada día tres cosas que te gusten de vos y cómo podés usarlas para tomar decisiones saludables.
Si no erradicás los pensamientos negativos, vas a interpretar cada antojo como una señal de que no podés resistirte a los productos refinados. Para cambiar esto, aprendé a identificar esos pensamientos y reemplazarlos por otros más positivos y constructivos. No te enfoques en lo que te falta, sino en lo que podés ganar al elegir alimentos integrales.
Cuando no vencés tus miedos, el miedo a probar nuevos alimentos te paraliza y te impide descubrir los sabores y beneficios de los productos integrales. Para cambiar esto, enfrentá tus miedos y salí de tu zona de confort. Aceptá que algunos alimentos pueden no gustarte al principio, pero no te rindas. Una buena idea es probar un nuevo producto integral cada semana.
