Mejorá tu entrenamiento ampliando tu zona de confort

No reconocer tus debilidades físicas te impide establecer metas realistas. Analizá tus limitaciones y fortalezas. Un buen comienzo es hacerte un chequeo médico y definir tus objetivos a corto y largo plazo.

 

La falta de objetivos claros te lleva a entrenar sin rumbo. Establecé metas alcanzables y medibles, como correr 30 minutos tres veces por semana. Un paso concreto es usar una aplicación para registrar tu progreso.

 

Negar tus limitaciones te impide mejorar. Acepta tu nivel actual para poder progresar. Un consejo práctico es buscar un entrenador personal que te ayude a crear un plan adecuado.

 

Ignorar tus fortalezas te impide aprovecharlas al máximo. Identifica tus puntos fuertes y utilízalos para diseñar tu entrenamiento. Un ejercicio práctico es hacer una lista de tus habilidades y cómo podrías aplicarlas al entrenamiento.

 

Progresivamente aumentá la intensidad y duración de tus entrenamientos. No te exijas demasiado al principio.

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